domingo, 28 de octubre de 2012

CARLOS E. RESTREPO, LA OPORTUNIDAD DE ENCONTRARSE CON OTROS

Durante el día, pero, sobre todo, bajo un cielo nocturno, se agrupan los jóvenes universitarios, profesores, artistas y demás que buscan en la ciudad  un lugar tolerante y ocioso, en donde las horas pasan ligeras y a veces densas. Allí, escondido entre árboles y edificios, se encuentra a manera de plaza o de parque asfaltado el lugar de encuentro de  paisas y foráneos que visitan o residen en la ciudad de Medellín, éste llamado con el nombre del barrio: Carlos E Restrepo.

Se trata, pues, de una zona residencial que encierra una plaza viva; con jardineras, tiendas,  restaurantes, panaderías, librerías, el auditorio de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia, la cual programa conferencias, películas, documentales, recitales, etc.,  más las  personas que llegan en grupos o solitarias a darle movimiento al Carlos E. –como se suele abreviar-, algunos acompañan su estadía con tabaco o marihuana o algo de beber. También  pasan peatones, confundidos entre visitantes o residentes que van hacia sus casas.

Hace unos días el Carlos E. tenía pocos visitantes, era un día gris con pronóstico de lluvia, sin embargo, los que estaban conversaban  y fumaban un cigarro tras otro. Había en el auditorio de la Facultad de Artes de la U de A. la proyección de un documental sobre el barrio, éste mostraba un Carlos E. cotidiano, el transcurrir de sus días, entre lluvias y soles, el paso de sus peatones, sus más asiduos personajes, visos de la vida al interior de las casas dado a través de ventanas entreabiertas, de sonidos entre rejas, de luces en las puertas... y otros momentos lentos de la realidad doméstica.

Todas aquellas imágenes permitieron una mirada de otro aspecto del Carlos E., ese mundo residencial calmado que muchos visitantes desconocen. De otro lado, el parque se mueve casi siempre, más que todo los fines de semana; un viernes, estudiantes de las universidades cercanas, profesores, artistas, amigos, desconocidos, artesanos, viajeros pasan a encontrarse con otros, a “parchar” con el viejo o el nuevo, a ver el panorama, a tomarse un vino o unos aguardientes, a pensar, a reír, a comer,  a fumar, a ver una exposición en el Aula Abierta, una película,  o como antesala de la rumba fija, algo así como una parada pre-rumba. Jorge, estudiante, señala que “es un lugar para parchar antes de caer a la disco, un lugar de encuentro para luego decidir qué hacer, aquí el trago es más barato que en un bar, además así nos vamos "prendos"”. 

Hay días en que se camina rozando con el hombro del otro, los lugares para sentarse  están llenos, incluso el piso – asiento más apetecido- está atiborrado de gente, de bicicletas, de los toldos de los artesanos, de músicos tocando. Se escucha el susurro de los visitantes, los tambores o vientos de los que regalan música, se siente alegre, interesante, acogedor. Pero sólo hasta media noche es posible quedarse sin inconvenientes, las reglas del espacio no permiten algarabías hasta el amanecer, pues se trata de una zona residencial.

En fin, es Carlos E. un sitio de sentadas y caminadas, de diálogos entre bebidas y comidas, de cultura andante; es un lugar para visitar en Medellín, ya que ofrece una oportunidad de expansión cultural y social, es multicultural y diverso, es encantador.