miércoles, 16 de enero de 2013

EMPRENDIMOS UN NUEVO VIAJE...

¡Felicidades por tu matrimonio, jaja, aún no lo creo, vi las fotos y era como si no pudiera verte por más que estabas ahí!”

Lo anterior me lo escribió mi amiga que está en Buenos Aires y no pudo asistir a mi boda. Inicialmente cuando le di la noticia también mostró su sorpresa; no gratuitamente, pues, igual yo pensé que estaba muy lejos del matrimonio, sobre todo en aquellos años de rebeldía adolescente. Creía estar convencida (todavía lo creo) de que no era “el sueño de toda mujer” como lo aseguran algunas mujeres de mi tierra.

Una vez escuché un dato estadístico que afirmaba que el departamento del Chocó tenía uno de los índices más bajos de matrimonios en Colombia, y lo creí rotundamente ya que tenía la misma impresión (claro, ahora la cosa está cambiando), empezando porque mis padres no eran casados, sólo había ido a una boda en mi vida y dudaba de la importancia de tal evento, sin embargo cuando me vi frente al altar, en realidad frente a la notaría, sabía que me estaba embarcando en un viaje desconocido, para el cuál requerí enterrar mi escepticismo. ¿Cómo lo hice?, no fue nada tan fácil ni difícil, casi que ni me di cuenta en qué momento pasó, pero si tuviera que enumerar algunos pasos serían los siguientes: primero, debía encontrar el candidato y darme el tiempo de conocerlo; segundo, sentirme plenamente amada y feliz; tercero, tener una prueba de convivencia (¡superada¡); cuarto, no sentir  presiones y prisas; quinto, que ese candidato me lo propusiera con convicción;  y cuando así fue no tuve dudas en decir que sí, más bien mis dudas iban en otra dirección, por ejemplo, de dónde sacar plata para una recepción familiar si tan solo mi familia se aproximaba a las 100 personas (la familia de mi novio no podría llegar), que como se haría en mi pueblo natal debíamos incluir como mínimo a los vecinos que me vieron crecer. Al final fue complicado no incluir a más personas pero queríamos una fiesta medianamente privada y no teníamos mucho presupuesto.  
                                   
Todo fue tomando forma. Mis padres buscaron a alguien que se encargara de la fiesta para que nadie tuviera que preocuparse; pese a eso me preocupaba, un poco porque no estaba involucrada en la organización, pero también porque no tenía ni idea de organizar bodas, porque no sabía cómo quería el vestido (sólo que fuera sencillo, y poco disfruté la búsqueda), porque no conseguíamos alguien que nos ayudara a diseñar nuestras tarjetas y luego porque las entregamos tarde. Aunque no hice mucho no pude evitar cierto estrés, y hasta contagié un poco a mi novio que es “serenidad andante”.   

Los días anteriores al 26 de diciembre mi hermana Ruby me preguntaba que cómo me sentía con la idea de casarme, yo siempre respondía que normal y ella me decía que me notaba muy simple, a lo que yo agregaba que tal vez me sentiría nerviosa el día de la boda, y así fue, ese día mostraba tranquilidad, de hecho así creía sentirme, pero todo estaba patas arriba, andaba comprando cosas a última hora, fui donde una señora para que me hiciera un pedicure y me peinara, y sí, me hizo las uñas, pero de peinados no sabía nada, al menos nada que pudiera hacer con mis rizos que resultara natural, así que después de intentar varias cosas que fracasaron me fui a casa para peinarme y maquillarme solita, de alguna manera que me sintiera yo misma (contrario a la posición de muchos que me decían que ese día debía verme diferente porque uno se casa sólo una vez). Esa tarde había llovido y tenía que cuidar no ensuciar el vestido, y como para no perder mi reputación de impuntual llegué 15 minutos tarde a la notaría.


Cuando llegué estaba ahí mi novio, guapo como siempre, de traje negro con una sonrisa de oreja a oreja. En el último minuto le pedimos a nuestro padrino y amigo Elkin que nos cantara algo que quisiera mientras entrábamos a la sala, y él, un gran tenor, cantó “Ave María”; tanto emocionó a la notaria que suspirando dijo que casi lloraba; todos nos reímos y desde ese entonces la corta ceremonia civil fue menos seria de lo que normalmente sería. En mi pueblo muchas personas se conocen, por eso se permiten hacer chistes y que las cosas sean menos formales; así fue, a la señora notaria se le dificultaba pronunciar los nombres de los padres de mi novio y cometía errores garrafales: "Gabri... Gauri...", "Gawryluk" - le ayudábamos. "Ah, Gabriela".  Nos reíamos, y al final decía: “bueno, ustedes me entienden”. La notaría queda a tres minutos de nuestra casa y el restaurante donde se haría la recepción a una cuadra, entonces transportarse era fácil.

Cuando fue hora de ir a la recepción (3 horas más tarde) mis nervios se hicieron más conscientes, caminaba de aquí para allá, no lograba organizarme y me sentía insegura; bueno fue que ya en aquel lugar se me hizo todo muy normal, quizá porque estaba la gente que conocía. Hicimos algunos juegos de esos que se hacen en las bodas, la gente se reía, nosotros también, la comida nos gustó, aunque poco comí, bailamos un vals porque nos parecía divertido bailar algo, mi novio dijo algunas palabras de gratitud donde muchos quedaron asombrados por su buen nivel de español, y llegó un grupo pequeño de chirimía - que mis primas y cuñados contrataron- dándonos una sorpresa que puso a bailar a todos, incluso a mi actual esposo, quien se llevó el protagonismo con sus pasos de baile interferidos constantemente por el sonar de sus palmas despistadas, dejando ver una especie de simpática arritmia. Y  hasta yo me animé a cantar algo típico: “la choca”. Mis padres bailaron, se veían contentos. Luego seguimos la rumba en nuestra casa hasta las 6 a.m., la chirimía nos acompañó hasta esa hora, lo que permitió turnar la chirimía y otros ritmos en el equipo de sonido, saltamos, bailamos, tomamos un sancocho a las 5 y muy cansados nos fuimos a la cama a las 8 a.m.          
                                            
Tuvimos una fiesta genial porque nos divertimos, tanto que me volvería a casar y hacer otra; esta tuvo un estilo muy tradicional y yo no decidí nada, pero si hacemos otra boda -de hecho queremos hacer un matrimonio con la otra familia- prometo involucrarme en la organización, contratar a un fotógrafo (aquí las fotógrafas fueron mis tías) que tome muchas y buenas fotos.

Hoy me siento tranquila. De algún modo, antes del matrimonio mi novio y yo habíamos pensado en una vida y planes a largo plazo, teníamos un compromiso implícito, es tal vez la razón por la que siento que nada ha cambiado mucho después de ese día, excepto que ahora llevo un anillo al que me estoy acostumbrando. Siento que mi relación sigue bien, que haber firmando un papel no ha cambiado nuestros sentimientos, o sólo nos ha hecho sentir más seguros; y aquel día de bodas nos sentíamos estupendos, estaban cerca nuestros familiares, vecinos y algunos amigos; toda la familia estaba alborotada, vi llorar y reír a mis padres de emoción, correr a mis hermanas y primas (en mi familia hay muchas mujeres) para lucir hermosas, tomar fotos, etc. Y yo me puse un vestido largo, tacones (como pocas veces); mi novio su traje caluroso en ese clima húmedo, pero siempre sonriente, nos hicimos fotos, bailamos. Fue un día bonito.  

Para terminar, sólo me queda un gracias enorme para todas las personas que han estado cerca de una u otra forma, gracias a nuestras familias que nos han apoyado tanto. 



domingo, 28 de octubre de 2012

CARLOS E. RESTREPO, LA OPORTUNIDAD DE ENCONTRARSE CON OTROS

Durante el día, pero, sobre todo, bajo un cielo nocturno, se agrupan los jóvenes universitarios, profesores, artistas y demás que buscan en la ciudad  un lugar tolerante y ocioso, en donde las horas pasan ligeras y a veces densas. Allí, escondido entre árboles y edificios, se encuentra a manera de plaza o de parque asfaltado el lugar de encuentro de  paisas y foráneos que visitan o residen en la ciudad de Medellín, éste llamado con el nombre del barrio: Carlos E Restrepo.

Se trata, pues, de una zona residencial que encierra una plaza viva; con jardineras, tiendas,  restaurantes, panaderías, librerías, el auditorio de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia, la cual programa conferencias, películas, documentales, recitales, etc.,  más las  personas que llegan en grupos o solitarias a darle movimiento al Carlos E. –como se suele abreviar-, algunos acompañan su estadía con tabaco o marihuana o algo de beber. También  pasan peatones, confundidos entre visitantes o residentes que van hacia sus casas.

Hace unos días el Carlos E. tenía pocos visitantes, era un día gris con pronóstico de lluvia, sin embargo, los que estaban conversaban  y fumaban un cigarro tras otro. Había en el auditorio de la Facultad de Artes de la U de A. la proyección de un documental sobre el barrio, éste mostraba un Carlos E. cotidiano, el transcurrir de sus días, entre lluvias y soles, el paso de sus peatones, sus más asiduos personajes, visos de la vida al interior de las casas dado a través de ventanas entreabiertas, de sonidos entre rejas, de luces en las puertas... y otros momentos lentos de la realidad doméstica.

Todas aquellas imágenes permitieron una mirada de otro aspecto del Carlos E., ese mundo residencial calmado que muchos visitantes desconocen. De otro lado, el parque se mueve casi siempre, más que todo los fines de semana; un viernes, estudiantes de las universidades cercanas, profesores, artistas, amigos, desconocidos, artesanos, viajeros pasan a encontrarse con otros, a “parchar” con el viejo o el nuevo, a ver el panorama, a tomarse un vino o unos aguardientes, a pensar, a reír, a comer,  a fumar, a ver una exposición en el Aula Abierta, una película,  o como antesala de la rumba fija, algo así como una parada pre-rumba. Jorge, estudiante, señala que “es un lugar para parchar antes de caer a la disco, un lugar de encuentro para luego decidir qué hacer, aquí el trago es más barato que en un bar, además así nos vamos "prendos"”. 

Hay días en que se camina rozando con el hombro del otro, los lugares para sentarse  están llenos, incluso el piso – asiento más apetecido- está atiborrado de gente, de bicicletas, de los toldos de los artesanos, de músicos tocando. Se escucha el susurro de los visitantes, los tambores o vientos de los que regalan música, se siente alegre, interesante, acogedor. Pero sólo hasta media noche es posible quedarse sin inconvenientes, las reglas del espacio no permiten algarabías hasta el amanecer, pues se trata de una zona residencial.

En fin, es Carlos E. un sitio de sentadas y caminadas, de diálogos entre bebidas y comidas, de cultura andante; es un lugar para visitar en Medellín, ya que ofrece una oportunidad de expansión cultural y social, es multicultural y diverso, es encantador. 

martes, 18 de septiembre de 2012

LA COSTA POLACA EN UN VERANO DE VERDAD

A veces me sorprende que pueda viajar más barato en Polonia que en Colombia. Salí desde Varsovia hasta la costa en un autobús con sillas cómodas y amplias, aire acondicionado, wifi,  más pan con té o café que ofrecía una azafata, casi como en un avión por sólo 30 zloty (zl), algo así como 15 mil pesos colombianos.
Gdansk
La idea era por fin aprovechar un verano de verdad en alguna ciudad costera, porque no siempre se corre con la suerte de tener sol y calor en este país. Nos encontraríamos con una pareja amiga que estaba en Gdansk. Teníamos un hospedaje familiar con balcón donde degustábamos unos desayunos deliciosos; en algún barrio no muy central, pero gozábamos de tranquilidad. Viajábamos en un bus hasta el centro y luego en metro a Sopot, que queda muy cerca y el tiquete es barato . Allí hay ese ambiente turístico playero que a veces (sólo a veces) los turistas buscamos: gente, restaurantes, tiendas, mucho sol y el mar.
Sopot

Sopot se convirtió en la ciudad que más frecuentamos. En Gdansk hacíamos recorridos por su encantador centro histórico, de hecho había una feria artesanal importante en la ciudad que tuvimos que recorrer, y de vez en cuando tomábamos una cerveza. 

Quisimos ir a un pueblo –también turístico- porque nos habían hablado de él: Hel.  Es pequeño pero con caminantes foráneos a la moda veraniega, algunos restaurantes con comida de mar a precios módicos y objetos y construcciones con referentes bélicos. Para llegar allí salimos en barco desde Gdansk, a 24 zl por persona en un lapso de 3 horas. De Hel es realmente linda la playa de arena blanca y de aguas turquesas. Nadamos, el agua es fría, nada que ver con el cálido del Caribe pero había tanto sol que resultaba refrescante.

Fue un viaje relativamente corto, pero que disfruté con mi compañero de viajes que adoro y nuestra pareja polaco-ecuatoriana amiga, bajo el sol tomando cervezas, comiendo Grofry cuando no dolía pagarlo, y descansando. 


Nota: Datos de verano de 2012
1 zl = 550 pesos aprox.
4 zl = 1 euros aprox.

lunes, 17 de septiembre de 2012

MAZURY -POLONIA- EVOCA AL AMAZONAS

Mientras pasaba mis días calurosos en Varsovia decidí visitar otro lugar en Polonia, esta vez era el turno  de la zona de los lagos: Mazury. Esta tan mencionada por mis amigos.

Para mi pesar no había tanto sol. Un poco de lluvia y noches friolentas acompañaron  mi recorrido de 116 kilómetros por los lagos y ríos. Por una semana estuve gran parte del día remando (adquirí cierta habilidad) y esperando la noche para arribar a buen albergue y dormir, unas veces en cabañas otras en carpas.

Al comienzo del recorrido los Kayaks me resultaban extraños. Había tenido experiencias en canoas –al estilo chocoano- pero siempre me iba mal. Debo reconocer que éstos me parecían mucho más fáciles, pero seguía sin lograr remar a la altura de mi compañero (claro no estaba sola). Con los días podía sentir que remaba más rápido y con mejor técnica.

Como hubo poco tiempo para comprar la comida lo hicimos en Olsztyn. Viajamos en tren aproximadamente 4 horas hasta allí desde la capital, a 28 zloty (zl); en seguida tomamos un bus a 6 zl hasta Sorkwity, el pueblo vecino donde empezaría la ruta y alquilaríamos los kayaks a 30 zl por día, algo  así como 15 mil pesos colombianos, más una capa plástica de 5 zl. Emprendimos, entonces, el recorrido por la ruta del Río Krutynia. Como terminaríamos en Ruciane Nida pagamos 40 zl adicional. 

Me encontraba  tranquila, con la sensación de ir hacia ninguna parte, ni siquiera había pensado en el tiempo o el esfuerzo que podría costarme, de hecho las primeras horas descansaba mientras mi compañero remaba duro. Tomaba fotos y me maravillaba con cada mariposa, con algas, flores, lagos, etc. sobre todo me fascinaba el silencio, estar  lejos de polución, del bullicio de la multitud, de los compromisos familiares/laborales/académicos, lo que fuera. Y más, estaba con él, era la única persona tolerable, a quien escuchaba, a quien hablaba, con quien disfrutaba cada momento. Nos comunicábamos aun en el silencio, éramos dos y la naturaleza. Por supuesto de vez en cuando aparecía en el camino algún viajero en su embarcación de plástico y colorida, pero no estorbaba.

Cabaña pequeñitas, más baratas.
En una de las paradas a dormir hallamos a un padre que viajaba con sus 2 hijos, con ellos conversábamos cada que nos reencontrábamos, pues hacíamos el mismo recorrido y coincidíamos en los campings. Las cabañas eran mis preferidas porque había garantizado un techo y una cama con cobijas, no necesariamente había calor, pero se me hacía más cómodo que dormir en carpa, más que todo porque no llevábamos muchas prendas para abrigarnos. Los precios de las cabañas dependían del tamaño y de los servicios. Normalmente entre 20 y 30 zl (10 y 15 mil pesos) aprox. Y 10 zl por la carpa. Fue este padre quien dijo que Mazury es el Amazonas de Polonia y yo sonreí. Era una evocación precisa de un lugar que se me hacía familiar, no exactamente el Amazonas pero sí una región también verde muy verde, selvática y viva de la que desciendo. Este se me hacía un lugar mágico a su manera de clima europeo, de su gente, de su historia. Se conservaban visos del sistema socialista. Mi compañero repetía que algunos lugares estaban igual que hace 30 años, se la pasó rememorando sus días de infancia cuando allí habían campamentos para los chicos de su edad. Y yo fotografiaba todo lo que él decía hacer parte de su pasado; que en ese momento era mi presente vivo y nuevo, esforzándome por recrear sus historias.
Río Krutynia

Hicimos paradas para dormir en: Bieńki BabiętaZgon (aquí alquilamos bicicletas y fuimos a mercar al Biedronka más cercano, como 3 horas ida y vuelta), Rosocha, Kamień y Ruciane Nida. Regresamos a Varsovia en autobus a 30 zl. 

Bueno, no puedo olvidar que sólo cuando llegaba el final aparecieron los veleros, yates y otras embarcaciones con motores que rompieron un poco mi paz. Además nos hacían sentir muy lentos ;) Tuvimos que atravesar una represa pagando 5 zl  me parece, y el único kayak que había en el momento era el nuestro.

Creo que si se va a Polonia hay que darse la vuelta por Mazury, hay varias rutas por lagos y ríos. Eso sí, en verano. De mi experiencia, pienso que si volviera llevaría una capa más protectora o una chaqueta para la lluvia, unas bolsas plásticas especiales que guarden las mochilas del agua, una carpa en mejor estado y comida que me guste mucho 
Nota: Valor del zloty.
1 zl = 550 pesos colombianos
4, 20 zloty = 1 euro
3 zloty = 1 dolar
Datos de julio de 2012.

sábado, 12 de noviembre de 2011

MAZAMORRERO, MI MAZAMORRA


“¡La mazamorra... mazamorra…!” grita el mazamorrero: un hombre que vende mazamorra: bebida o postre de maíz con granos enteros. Su voz cansada se oye desde lejos y se va acercando poco a poco.  De pronto, sabes que está justo afuera de tu puerta o cuándo empieza a perderse de vista, así que -por lo primero o lo segundo - sales a tiempo para comprar la exótica bebida, que vale según la cantidad que se desee, medida por un cucharón sopero. Es muy barato.

Desde que soy niña he visto pasar a los mazamorreros o mazamorreras por las calles de mi barrio. En mi pueblo natal compraba, en mi actual residencia compro. No es un oficio único de los pueblos, también se presenta en las ciudades grandes. Quizás, en las ciudades se hallará sólo, o con más facilidad, en ciertos sectores, como barrios de estrato económico medio y bajo. Desconozco la situación en barrios de estrato alto. 

Así pues, que ver y/o escuchar al mazamorrero cada día es tan común para mí, tan familiar, que ya reconozco las horas cuando pasa, y casi siempre lo llamo en voz alta para pedir un vaso o dos. Luego al vaso le agrego leche (preferiblemente en polvo, porque es más cremosa), azúcar (hay gente que la prefiere con panela rayada o bocadillo de guayaba), y como con una cuchara.
Mazamorra de maíz (imagen de internet)
Y con el tiempo, el personaje del mazamorrero se inscribe en el imaginario del pueblo/barrio como hombre trabajador que pregona su producto, que viste ropa sencilla, que camina bajo el sol ardiente cargando una olla grande, cansado. Por mi parte, "el señor de la mazamorra" se me presenta como una imagen anónima, misteriosa, nostálgica, que vende en su olla esos ricos granitos de maíz.
 


sábado, 1 de octubre de 2011

PASEO POR EL PACÍFICO COLOMBIANO. UNA REGIÓN PARA VISITAR

Cuando se es oriundo de un lugar en medio de la selva húmeda y tropical se hace tan natural que no se observa con maravilla lo que hay alrededor. De hecho admiras la urbanización porque está asociada con el desarrollo.

Pueblo chocoano (camino Rio Calima)
Desde afuera he podido dimensionar la riqueza natural de mi tierra. Por eso, en una de las visitas a mi pueblo, en la región del Pacífico, he decidido esta vez detenerme en la maravilla de los paisajes y de la gente. Encontré algo que ya había visto: un lugar verdísimo, ríos que lamentablemente están siendo contaminados por la población, la explotación del oro, y pueblos que viven en condiciones de alta pobreza económica. Pese a eso seguía siendo un lugar hermoso, y su gente divertida.

El viaje parte desde Istmina, Chocó. Visitamos pueblos aledaños: Opogodó, frecuentado por su balneario; Condoto, pueblo de rumba; Andagoya, antaño colonizado por gringos (no quedan rastros), se copa de gente los primeros días de enero por un campeonato de fútbol importante en la región. Continuamos por el río San Juan hasta Río Calima, luego en carro a Buenaventura -donde pensábamos tomar un barco a Tumaco pero salía 2 días después-, Cali y Tumaco.
Opogodó, Chocó
El viaje en lancha rápida desde Istmina estaba -en el 2010- en 100.000 pesos (50 USD aprox.) hasta Río Calima, y llega más o menos en 4 horas. En lanchas lentas tarda casi 2 días. Aquella vez nos sugirieron no pasar la noche allí por razones de orden público, así que fuimos a Buenaventura por una noche; ciudad principal en la región que, dicen, es insegura, pero también es posible el turismo, hay destinos para ello y la gente es muy alegre.

Al día siguiente fuimos a Cali, la llamada capital mundial de la salsa. También hay cierto miedo por la violencia, que se percibe en el aire y en el contacto con la gente, aunque los caleños son personas amables y divertidas. Al mismo tiempo, es una ciudad colorida que emana alegría y música, y la rumba es buenísima.

Desde la terminal caleña salimos en bus hacia Tumaco. Nos habían dicho que la carretera Pasto -Tumaco estaba en mal estado y que podía ser peligroso. Yo, sin embargo, tuve otra impresión, la carretera no me parecía tan mala y llegamos bien. Todo el camino fue en medio del verde de la selva.

 Tumaco, "La Perla del Pacífico"
Cuando llegué a Tumaco me sorprendí porque me imaginaba un lugar pequeñito y es casi una ciudad. Me gustó mucho. La cultura es similar a la chocoana, la música que se escucha en las discotecas y la forma de bailar es casi igual, también es una población mayoritariamente afrocolombiana. Su música con marimba era uno de los atractivos para mí, sin embargo, el currulao es para muchos la música tradicional reservada para ciertos eventos como el Festival del Currulao allí mismo y el Festival Petronio Álvarez en Cali.

De otro lado, la gente nos recibió muy bien, la comida es deliciosa y la playa, que era mi otro interés, me encantó porque me resultaba poco turística y siempre había un lugar para disfrutar el sol a solas. :-)
Playa de Tumaco
Por supuesto esto es sólo una parte de esta inmensa región. Me queda por hablar, por ejemplo, de las playas de mi Chocó; rutas que aún no conozco. Lo que puedo advertir es que por los actuales problemas de seguridad en la selva chocoana es preferirible que los turistas lleguen a la costa en avión. En cuanto a viajar a los pueblos principales, no costeros, es posible por avión y por carretera desde el interior del país (12 a 15 horas, $56.000 =25 USD aprox.). 

Es un lugar particular, muy interesante, lleno de verde, de aguas, de biodiversidad, de cultura, de música y baile, de problemáticas, y no muy turístico. Vale la pena conocer esta parte del país si se quiere un acercamiento a la realidad o a las realidades de Colombia.

Región del Pacífico (Imagen bajada de internet)
Nota: Datos de 2010

jueves, 29 de septiembre de 2011

LA MOTOTAXI EN PUEBLOS DE COLOMBIA

El mototaxismo es una nueva, o no tan nueva, modalidad de servicio de transporte. Se trata de motos de 2 ó 3 llantas que llevan a las personas a cualquier destino y cobran por ello más barato que un taxi común. El valor varía de acuerdo a la ciudad o pueblo y a la distancia recorrida. Digamos que por una distancia regular cobran entre $1.000 y 2.000 pesos aproximadamente.

Cuando digo que no es una modalidad realmente nueva es porque ha venido funcionando como medio de transporte masivo en algunos pueblos desde hace varios años, y con el tiempo se ha empezado a implementar en las ciudades.

La mototaxi aparece en Colombia como una alternativa en lugares donde no había medio de transporte público o era precario. Algunos compran motos para trabajar ellos mismos o para alquilarlas y ponerlas al servicio de esta actividad, incluso, hay quienes compran un gran número de motos y las alquilan para esta causa.

Una noticia publicada en septiembre de 2011 en El País indica que “un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo sobre mototaxismo, señala que una de las razones por las que creció este fenómeno es la facilidad de financiación que existe para la adquisición de este tipo de vehículos.”  Por supuesto, hay otras razones de fondo, como el desempleo, que llevan a los colombianos a buscar formas de ganarse la vida.

Istmina. Fiesta de la "Chocoanidad" del Colegio San Pio X. 2007
En Istmina, Chocó, por ejemplo, la cantidad de motos que ofrecen el servicio de taxi, me atrevo a decir, pasan de las 500, y las calles estrechas se atiborran de éstas generando tráfico. Otros pueblos aledaños viven experiencias similares. Pero, los pueblos en el Chocó no son únicos en esto, en la costa Atlántica y en el Valle del Cauca, por nombrar algunas regiones, también existen mototaxis como medio para movilizarse aceptado por la población. Infortunadamente en pueblos grandes y ciudades este fenómeno se ha estado asociando con la delincuencia. De manera que se está convirtiendo en un problema público, llamando la atención de entes políticos y de seguridad, y de la población misma. Además, en Colombia el mototaxismo es ilegal, y surgen reglas o prohibiciones que muchas veces desencadena en enfrentamientos entre policías y mototaxistas, como lo han mostrado algunos medios de comunicación en Colombia.

Ahora bien, las mototaxis no existen sólo en este país, las hay en varios países de América. En Perú por ejemplo, y como leí en Wikipedia también en Europa desde hace 10 años, y quién sabe en qué otras partes del mundo.
Chincha, Perú

miércoles, 28 de septiembre de 2011

CULTURA METRO EN MEDELLÍN

Desde hace 10 años que vivo en Medellín escucho a la gente jactarse del metro y de sus implicaciones en el desarrollo de la ciudad. El metro y la cultura metro hace parte del imaginario de la región. Se escucha en los pasillos y en los ascensores reproducir frases como “dejar salir es entrar primero”, incluso, los que tienen opiniones diferentes parodian “La Tortura Metro” (se puede ver en youtube). Hay una identidad flotante en el ambiente de esta ciudad por lo paisa, por “medallo” y lo que ofrece, entre tanto, un metro moderno, limpio y seguro. 
Metro de Medellín

En las ciudades que visité en donde hay metro nunca encontré un fenómeno igual, excepto si se trataba de una ciudad única en el país con metro que,  por cierto, tenían pocas líneas o rutas, como Medellín en Colombia y Varsovia en Polonia. Sin embargo, los polacos tratan el tema con menos orgullo. Se puede decir que se divide entre personas que lo admiran, sobre todo capitalinos, y las indiferentes que lanzan frases un tanto irónicas como: “en Varsovia también tenemos metro... con una línea”. Claro que para ellos es algo irrisorio pues los metros en países aledaños hacia el occidente tienen una larga historia, muchas líneas y resultan más eficaces. Quizás es importante mencionar que ambos países –aunque con historia y economía diferente- aún tienen un nivel de desarrollo bajo (por supuesto con miras al crecimiento) y el metro se convierte en un símbolo de progreso.

En estos últimos días he encontrado situaciones que me han hecho pensar en lo significativo que es el metro y la cultura metro para las personas de Medellín. Por ejemplo, leí en la estación San Javier que se ha invertido 12.000 millones de pesos en cultura metro, por otro lado, he escuchado a personas, que haya o no salido del país, hacen comparaciones del metro de Medellín con metros internacionales y por supuesto éste queda en ventaja; aún cuando no satisfaga las necesidades de transporte de gran parte de la población. Se hace un esfuerzo por extender las rutas con cables aéreos, transporte integrado y próximamente nuevas estaciones, pero sigue siendo insuficiente.


Metrocable
Dichas personas dicen cosas como que “hay que ver el metro de Londres o de Buenos Aires y qué desorden, qué suciedad”. Que en algunos roban, violan y es de lo peor, además, como la mayoría son subterráneos pasa de todo. De hecho, una profesora comparaba los subterráneos con el inconsciente, decía que es allí donde encuentras todo lo malo; y en este sentido el Metro de Medellín es diferente pues está a la vista de todos.

No quiero centrarme en hacer críticas de ningún metro, sin embargo, debo admitir que si bien el metro de Medellín me parece útil, limpio, lo uso cuando lo requiero y, estoy de acuerdo, hay que cuidar lo que tenemos, no puedo verlo como un motivo de tanta vanagloria. Quizás por mi condición de foránea o porque he visto otros metros que me parecen también muy eficaces y organizados, el metro de Madrid, por ejemplo.


Mapa del Metro de Madrid
Añado a esto que hubo aspectos muy positivos que observé en algunos metros de otros países. Me parecían medios de transportes abiertos para el pueblo, sin exclusiones: para el habitante de calle, la señora con su bebé en el cochecito, el docente universitario, el empresario, etc. Yo podía entrar con la bicicleta si estaba cansada y no quería pedalear hasta la casa. No había policías por todas partes (sí cámaras) y en algunos se podía entrar sin registrar el tiquete, aunque en general la gente optaba por pagar y registralo así fuera por evitar la multa.

De lo anterior, que se me ocurriera interrogar a amigos que viven en otros países. Encontré las siguientes opiniones (remplazaré los nombres por la nacionalidad).

Inglés: el metro de Londres es rápido pero cuesta demasiado. Casi nadie se habla en el metro, además no es común hablar con extraños. Prefiero el metro de Medellín. Puede ser más lento pero no me molesta, siempre hay mucha luz. Acá la plataforma se ve como un cenicero vacío, aunque esté limpia, porque las baldosas tienen un patrón de ceniza y suciedad a pesar de que están limpios.
Metro de Londres (foto bajada de internet)
Yo: ¿roban en el metro? 
Inglés: no, casi nunca se roba, es muy seguro porque hay un montón de cámaras.  

     Yo: ¿cómo te parece el metro de Varsovia?
 Polaco: un metro común y corriente, funciona, normal.

Por último, cuando vi el metro de Berlín ( el primero que vi en Europa) no pensé en si era bonito o feo, y ahora que lo pienso se nota un poco deteriorado por los años, pero es muy útil pues recorre casi toda la ciudad, en realidad puedes moverte casi  a cualquier lugar. Y para los alemanes se trata de un medio de transporte que se merecen porque para eso ellos pagan impuestos. 
      

 Ahora, he leído un artículo que deja muy a la vista lo que conlleva todo esto de la cultura metro en Medellín, no es un artículo reciente, pero lo he encontrado hace poco, y fue genial, porque significó hallar a alguien con una percepción de la situación muy cercana a lo que yo también vi, pero esto es mucho más amplio y con mejor estilo. Aquí dejo el enlace: Rumores que lleva el metro. http://www.universocentro.com/NUMERO10/RumoresquellevaelMetro.aspx